EL APRA Y EL QUINTO PODER
Hace poco, un banquero europeo dijo que Argentina y Perú eran los dos países más impredecibles de la región. Considerando que últimamente nos creemos Suiza, parecía un atrevimiento el ponernos al mismo nivel de un país dirigido por una pareja de populistas.
Pero cuando el banquero presentó su argumentación, le dieron la razón y el motivo de la impredictibilidad en la falta de institucionalidad. En ningún país se puede predecir a ciencia cierta el resultado de una elección, pero en el Perú no se puede ni siquiera saber qué partidos participarán o existirán en cada proceso electoral, siendo frecuente la aparición de la nada de pretendientes. Es una ruleta rusa cada cinco años.
Luego está el manejo de cualquier inversión que requiere de reglas claras e instituciones adecuadas. Lamentablemente en los últimos años se ha retrocedido, no solo nunca se inició la reforma del Estado, por lo que el Poder Ejecutivo es cada vez peor, sino que las entidades creadas para promover y defender al mercado –el quinto poder del Estado– se han ido deteriorando.
Así tenemos que Cofopri, una de las islas de excelencia de la década del 90, está hoy convertida en un refugio para recomendados y negociados partidarios. Al paso que va, ojalá logre soportar el último año sin ser destruido por completo, a fin de que el próximo gobierno pueda intentar rescatarlo.
Más aún, el desarrollo de la propiedad es fundamental para una economía de mercado y este gobierno no solo ha destrozado a la entidad a cargo de titular, sino que con la propuesta de limitar la extensión de la propiedad en el agro –misma reforma agraria de Velasco– podría dar un golpe mortal al concepto mismo de propiedad. Propuesta que, dicho sea de paso, es totalmente desproporcionada aún para el supuesto objetivo de sus autores de 'regular el mercado’. Es como amputar una pierna para curar a alguien que sufre de pie de atleta. Si ese mamarracho es aprobado, habremos retrocedido 20 años en el desarrollo de la propiedad privada en nuestro mercado.
Luego están los diversos reguladores que han sido poblados con directivos partidarios que envían resoluciones para ser redactadas por los propios regulados, suponemos que a cambio de algún favor u honorario.
Por otro lado, el Banco Central tuvo la gran oportunidad de lograr finalmente una autonomía total, sin embargo, la bancada del Apra bloqueó la reforma constitucional que permitía elegir anualmente a un director debido a que no entendieron la importancia de la autonomía del ente emisor.
Mientras que en el comercio exterior todo lo avanzado con la negociación de tratados se pone en riesgo porque el Tribunal Constitucional se arrogó una nueva función y decidió fijar el arancel de un producto al nivel solicitado por un cliente, perdón, por un empresario. Es alarmante que el tribunal parezca haber sido capturado por los reyes partidarios del negociado.
Así que, al cabo de cuatro años de gobierno, el Apra no solo no ha fortalecido las entidades que deben regular el mercado, sino que las ha debilitado. Por ello, pese a toda la promoción de la inversión, terminamos ubicados por los inversionistas en el mismo lugar que los Kirchner, que son enemigos declarados del mercado. (Autor Fritz Du Bois.)
Hace poco, un banquero europeo dijo que Argentina y Perú eran los dos países más impredecibles de la región. Considerando que últimamente nos creemos Suiza, parecía un atrevimiento el ponernos al mismo nivel de un país dirigido por una pareja de populistas.
Pero cuando el banquero presentó su argumentación, le dieron la razón y el motivo de la impredictibilidad en la falta de institucionalidad. En ningún país se puede predecir a ciencia cierta el resultado de una elección, pero en el Perú no se puede ni siquiera saber qué partidos participarán o existirán en cada proceso electoral, siendo frecuente la aparición de la nada de pretendientes. Es una ruleta rusa cada cinco años.
Luego está el manejo de cualquier inversión que requiere de reglas claras e instituciones adecuadas. Lamentablemente en los últimos años se ha retrocedido, no solo nunca se inició la reforma del Estado, por lo que el Poder Ejecutivo es cada vez peor, sino que las entidades creadas para promover y defender al mercado –el quinto poder del Estado– se han ido deteriorando.
Así tenemos que Cofopri, una de las islas de excelencia de la década del 90, está hoy convertida en un refugio para recomendados y negociados partidarios. Al paso que va, ojalá logre soportar el último año sin ser destruido por completo, a fin de que el próximo gobierno pueda intentar rescatarlo.
Más aún, el desarrollo de la propiedad es fundamental para una economía de mercado y este gobierno no solo ha destrozado a la entidad a cargo de titular, sino que con la propuesta de limitar la extensión de la propiedad en el agro –misma reforma agraria de Velasco– podría dar un golpe mortal al concepto mismo de propiedad. Propuesta que, dicho sea de paso, es totalmente desproporcionada aún para el supuesto objetivo de sus autores de 'regular el mercado’. Es como amputar una pierna para curar a alguien que sufre de pie de atleta. Si ese mamarracho es aprobado, habremos retrocedido 20 años en el desarrollo de la propiedad privada en nuestro mercado.
Luego están los diversos reguladores que han sido poblados con directivos partidarios que envían resoluciones para ser redactadas por los propios regulados, suponemos que a cambio de algún favor u honorario.
Por otro lado, el Banco Central tuvo la gran oportunidad de lograr finalmente una autonomía total, sin embargo, la bancada del Apra bloqueó la reforma constitucional que permitía elegir anualmente a un director debido a que no entendieron la importancia de la autonomía del ente emisor.
Mientras que en el comercio exterior todo lo avanzado con la negociación de tratados se pone en riesgo porque el Tribunal Constitucional se arrogó una nueva función y decidió fijar el arancel de un producto al nivel solicitado por un cliente, perdón, por un empresario. Es alarmante que el tribunal parezca haber sido capturado por los reyes partidarios del negociado.
Así que, al cabo de cuatro años de gobierno, el Apra no solo no ha fortalecido las entidades que deben regular el mercado, sino que las ha debilitado. Por ello, pese a toda la promoción de la inversión, terminamos ubicados por los inversionistas en el mismo lugar que los Kirchner, que son enemigos declarados del mercado. (Autor Fritz Du Bois.)
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