El orgullo de la comunidad tusán
UNA HISTORIA DE LA VIDA REAL
UNA HISTORIA DE LA VIDA REAL
Con una sola palabra han sido capaces de llenarnos los ojos. Y también el estómago: Chifa. El mismo número de letras con las que uno escribe c-h-i-n-o. Cinco. Pero esta historia no es de números menores ni menos impares ni tampoco gastronómica. Aunque algo de eso hay. Esta historia, que empezó con la llegada de los primeros inmigrantes de China al Perú, cumple 160 años de resistencia, en un inicio, y florecimiento, en el presente, de una comunidad que crece a la par con un país que la mira y se reconoce en ella por igual.Una cifra que no solo ha generado que la Asociación Peruano-China desenfunde sus mejores armas (entre las actividades habrá un festival gastronómico, talleres de cocina y una gran exhibición histórica de arte chino), sino también que sirve como pretexto para hacer foco en esos personajes de ojos rasgados que nos han ido acompañando a lo largo de nuestras vidas. De forma física: Visualice un supermercado en Lima. De forma mental: Piense en el almuerzo del domingo o de cualquier día de la semana. Los chinos siempre han estado presentes en nuestras vidas. Y, sin embargo, ellos son los que agradecen. Es el síndrome del aniversario.“Nuestra patria acogió a los inmigrantes chinos y les brindó las oportunidades para salir adelante, y por eso ellos siempre guardaron gratitud a esta tierra generosa, amaron a este país y se quedaron para que nosotros, que somos los hijos, nietos o bisnietos que nacimos en el Perú, seamos ciudadanos libres, orgullosos de ser peruanos y de ser descendientes de chinos, de aquella gigantesca tierra lejana tan rica en cultura, en valores y en historia”, dice Erasmo Wong. La suya es la historia del esfuerzo que tanto ha caracterizado a la comunidad china: “Mi madre nació en el Perú. Fue hija de inmigrantes chinos afincados en Cañete. Mi padre llegó a este país muy joven. Desde entonces se dedicó a trabajar hasta tener su propia bodega en una esquina de la avenida 2 de Mayo en San Isidro”.El resto es historia conocida y aplaudida, pero que atesora esos ingredientes de aquellos hombres y mujeres cuyo día a día siempre significó una lucha. “Mis padres fueron muy exigentes, no solo en el trabajo sino también en la casa y fuera de ella. Les preocupaba mucho darnos una sólida educación, sustentada en el conocimiento, pero también en la práctica de valores. Así crecimos entre los estudios, el negocio familiar y el cultivo de buenas amistades”, relata.Wong revela el secreto del éxito de los miembros de la Comunidad Peruano-China en el país: “Los chinos fueron uno de los grupos de inmigrantes que se adaptaron más rápidamente a la sociedad peruana”.
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