He leído con escepticismo, la nota aparecida en diversos blogs –incluido el del referente- sobre lo ocurrido el pasado 27 de junio en la localidad de Pacarán.
Afirma, el autor de la nota, que acudió a una actividad para cubrir información respecto de la gestión del burgomaestre del lugar. Bien. Le creeremos. Sin embargo, es menester señalar que: no conocía el asunto del que se iba a tratar y más aún, por una elemental cuestión de conocimiento periodístico, aparentemente se trataba de un “publirreportaje”. Pero, ¿Acaso, estuvo incluido el dolido “periodista” en la ruta tomada?, No, es cierto también que se subio al carro sin tener el boleto de viaje?. ¿era su programa válido para hacer una nota de esas? Ummm. Habría que preguntar igualmente si en el medio en que está o estaba o estuvo, le permitirían hablar del tema?... Solo son preguntas sueltas… Aunque…
Vamos al análisis.
Salta la pregunta por sí sola: ¿Quién coordinó todo esto?, ¿Acaso no se ha hablado hasta la saciedad de lo malo, impropio, amoral, defectuoso y hasta delictivo tratar de hacer una entrevista y luego cobrar por ella, pedir “para el pasaje”, “un almuercito” o “quítame esta paja”?.
Bueno. Cierto es que se ha vuelto una mala costumbre y un acto de total desparpajo de quienes, de la noche a la mañana, se hicieron “periodistas”, comprando una grabadora (O, quien sabe, agenciándosela de manera indecente) o generándose un espacio alquilado en una estación de radio, ponerse en el pecho un enorme “carné” enmicado firmado por el mismo y con el «honroso» título de DIRECTOR. ¡Que tal lisura! Parafraseando a un viejo roble del periodismo.
He sido testigo –en innumerables ocasiones- de quienes para ponerle un diploma de honor o un soberano título de “mejor alcalde” o “alcalde del año” a fulano de tal (que en realidad, dicho «titulito» se lo endilgaban a varios a cambio de un chequecito), primero pasaban por la sección tesorería y si no, no había premiecito. Recuerdo que en una oportunidad, devolví un comprobante en el que figuraba como concepto del giro, la siguiente frase “por premiación al alcalde”. En otra ocasión, he visto como nacen los compadrazgos con las autoridades de turno, para generarse uno que otro favorcito, ya sea para acomodar al ahijadito o la ahijada, en una situación cómoda en una dependencia pública. Increíble, pero cierto.
La cosa no queda ahí.
Hay aquellos, que por ejemplo, se ufanan de ser “colegiados”, como si esta «colegiación» que (–dicho sea de paso- fue un regalo del ex presidente Belaúnde), le otorgara un sitial de ser los *non plus ultra* del periodismo.
Habría que decir que grandes figuras de la pluma y de la palabra, jamás necesitaron –siquiera agremiarse- para ser lo que fueron y lo que son: Periodistas de verdad, sino preguntémosle a César Hildebrant, Carlos Fernández, Humberto Martínez, Rodolfo Escobar, Alfonso Tealdo, Federico Salazar, Alberto Best y hasta el mismo Micky Rospigliosi, etc. Simplemente, ejercieron y ejercen la profesión con nobleza.
REGODEOS.
Otros, que de pronto, se convirtieron en la =comidilla= de la gente, merced a vivir rodeados en el escándalo regodeándose en el morbo de su verborrea malsana, atrevida e impulsados por un deseo irrefrenable de acaparar la atención. Bien decía un filósofo que alguna vez leí: La ignorancia es atrevida.
Pero…
Existen, también, los que culminan cortos períodos de estadía en las cabinas de radio o televisión y que al final, terminan de canal en canal, tanto así que solo les faltaría los canales de regadío, llámense «Mariangola», «Viejo Imperial», «Nuevo Imperial», «Pachacamilla», etc.
Bien, hay de los que en sus espacios (y eso es ya decir, bastante), tienen una enorme cantidad de avisos publicitarios, por los cuales -con toda la libertad, que les ofrece el mundo- “cobran desde 30 soles mensuales”. Bueno, en fin, más de uno diría que es su problema. Sin embargo, eso es una patada a la dignidad de quien valore su programa. ¿Será por eso que no les toman en cuenta, en las conferencias, ruedas o actividades a las que se invita a la prensa?.
Por supuesto, que en esta lista, hay de los que recorren una vez por semana o de pronto cada quince días, los municipios en busca de un atribulado alcalde, que no quiere pelearse con el periodismo y, sucumbe ante la sonrisa media coquetona de alguna damisela o al son de una broma de mal gusto o pesada de algún reportero de media tinta, que la pega, grabadora o cámara en mano de analista político o “decidor” de buenas nuevas y con esa picardía acobardada lanza el mensajito de “Ya pue´, alcalde dígase algo” y zás, mete su recibo Increíble, pero cierto. ¡Vaya, afrenta!
Y, que de aquellos que se creen los Mario Poggi, que dicen estrangular a la oposición de cierta autoridad o, levantar la imagen de personas cuyo recorrido está plagado de irregularidades y azuzar a quienes se creen “los salvadores de todo”, Sí, también existen en esta selva de cemento, en que cada cierto tiempo aparecen tigrillos y tigrillas cual Mascaly´s (perdonen el término) para soterrar tumbas y ubicar a personajes desfasados, que son dignos de morir en lo alto (Cierto, en lo más alto, en la horca) como si fuesen los prototipos de una lucha sin cuartel, contra todo, por el simple hecho de no comulgar con el ejercicio democrático. Para ellos y, ellas, Chávez es un líder sin igual, Correa es lo máximo y Evo, un presidente digno de imitar.
Sigamos con nuestra prensa. También hay de los que no ejercen periodismo pero ocupan lugares de privilegio en gremios que agrupan a miembros de determinado círculo o asociación. De eso, hay vaaaaaaarios ejemplos. Y, todavía se dan el lujo de realizar eventos de premiación. Vaya al diablo, el perrito y la calandria.
Es menester indicar que en medio de esa vorágine de situaciones en que se ve envuelta la provincia, con hechos que son caldo de cultivo para los que “hacen periodismo”, asistimos alguna vez a ese triste espectáculo de aprovecharse de la situación de quienes por razones de aspecto legal o pérdida material o humana, necesitaron de una voz que los aliente o de un medio que les haga eco y, ahí, precisamente ahí, más de uno de convirtió en buitre, sin escarnio, sin vergüenzas, en reptiles ponzoñosos buscando que ganarse soles más o soles menos, de quien – no obstante sus propias necesidades de momento- buscaba ayuda. De esos hay varios.
Así estamos. Así, y encima, hay algunos que tuvieron su cuarto de hora y creen que porque fueron locutores y dicen llamarse “disyeys” (discjockeys) creen que tienen la puerta abierta para improvisar programas periodísticos en los que redunda el abucheo consabido, los tibios aplausos a quien no se lo merece y fungen de comentaristas, analistas y amplios conocedores de los temas que tratan.
Últimamente, me he permitido escuchar algunos de los tantos noticiarios que existen en la radio y televisión cañetana y vaya que, al igual que los oyentes, televidentes y lectores, me he sobrecogido al escuchar – no en todos, por supuesto- el desconocimiento total de la materia que tratan, la ignorancia respecto de los temas y, más aún, siendo repetitivos, abusan de barbarismos y otras tropelías que sufre nuestro idioma, como si se tuviera el derecho para decir lo que se venga en gana sin importar que un medio de comunicación tiene que contribuir a la cultura y enfocar hacia la comunidad su aporte en beneficio de la sociedad.
¡Que mal! Hay gente que ni siquiera terminó la secundaria y empuña un micrófono y se da el lujo de poner calificativos a cuanta autoridad no le parezca bien, ya lo dice el conocido dicho: “ve la paja en el ojo ajeno, más no la viga que tiene en el suyo”. Y, eso es pan de todos los días (con perdón del sagrado alimento diario). Y, que decir de los que sucumben fácilmente en el irrefrenable deseo de abultar la billetera, merced al chantaje y la coima. “Tengo este videíto, tengo esta grabación” y valiéndose del noble oficio, realizan prevendas, hacen soterrados cálculos y sonrisita en labios, bajan a las alcantarillas, para desde ahí cometer sus fechorías.
No en vano, la gente se quema las pestañas. No en vano, se asiste a las especializaciones. No en vano, la primera escuela de la vida es el hogar. No en vano, se tiene maestros nobles y se sigue su ejemplo. No en vano, se lleva con decencia un membrete que te acompaña adonde vayas: dignidad.
De seguro, alguien habrá de respirar por la herida. Alguien volverá a destilar su veneno, cuando por ahí lea o escucha estas líneas y, entonces solo entonces, entenderemos que solo se compra lo que se vende, aún ello sea iniquidad o permiso para vociferar, para levantar la voz, para gritar en defensa de la maldad, la injusticia y la corrupción. Mientras tanto, el presagio de un buen día para los que busquen la verdad, sea solo eso: una esperanza. En fin, es lo último que se pierde.(Por Perca)
Afirma, el autor de la nota, que acudió a una actividad para cubrir información respecto de la gestión del burgomaestre del lugar. Bien. Le creeremos. Sin embargo, es menester señalar que: no conocía el asunto del que se iba a tratar y más aún, por una elemental cuestión de conocimiento periodístico, aparentemente se trataba de un “publirreportaje”. Pero, ¿Acaso, estuvo incluido el dolido “periodista” en la ruta tomada?, No, es cierto también que se subio al carro sin tener el boleto de viaje?. ¿era su programa válido para hacer una nota de esas? Ummm. Habría que preguntar igualmente si en el medio en que está o estaba o estuvo, le permitirían hablar del tema?... Solo son preguntas sueltas… Aunque…
Vamos al análisis.
Salta la pregunta por sí sola: ¿Quién coordinó todo esto?, ¿Acaso no se ha hablado hasta la saciedad de lo malo, impropio, amoral, defectuoso y hasta delictivo tratar de hacer una entrevista y luego cobrar por ella, pedir “para el pasaje”, “un almuercito” o “quítame esta paja”?.
Bueno. Cierto es que se ha vuelto una mala costumbre y un acto de total desparpajo de quienes, de la noche a la mañana, se hicieron “periodistas”, comprando una grabadora (O, quien sabe, agenciándosela de manera indecente) o generándose un espacio alquilado en una estación de radio, ponerse en el pecho un enorme “carné” enmicado firmado por el mismo y con el «honroso» título de DIRECTOR. ¡Que tal lisura! Parafraseando a un viejo roble del periodismo.
He sido testigo –en innumerables ocasiones- de quienes para ponerle un diploma de honor o un soberano título de “mejor alcalde” o “alcalde del año” a fulano de tal (que en realidad, dicho «titulito» se lo endilgaban a varios a cambio de un chequecito), primero pasaban por la sección tesorería y si no, no había premiecito. Recuerdo que en una oportunidad, devolví un comprobante en el que figuraba como concepto del giro, la siguiente frase “por premiación al alcalde”. En otra ocasión, he visto como nacen los compadrazgos con las autoridades de turno, para generarse uno que otro favorcito, ya sea para acomodar al ahijadito o la ahijada, en una situación cómoda en una dependencia pública. Increíble, pero cierto.
La cosa no queda ahí.
Hay aquellos, que por ejemplo, se ufanan de ser “colegiados”, como si esta «colegiación» que (–dicho sea de paso- fue un regalo del ex presidente Belaúnde), le otorgara un sitial de ser los *non plus ultra* del periodismo.
Habría que decir que grandes figuras de la pluma y de la palabra, jamás necesitaron –siquiera agremiarse- para ser lo que fueron y lo que son: Periodistas de verdad, sino preguntémosle a César Hildebrant, Carlos Fernández, Humberto Martínez, Rodolfo Escobar, Alfonso Tealdo, Federico Salazar, Alberto Best y hasta el mismo Micky Rospigliosi, etc. Simplemente, ejercieron y ejercen la profesión con nobleza.
REGODEOS.
Otros, que de pronto, se convirtieron en la =comidilla= de la gente, merced a vivir rodeados en el escándalo regodeándose en el morbo de su verborrea malsana, atrevida e impulsados por un deseo irrefrenable de acaparar la atención. Bien decía un filósofo que alguna vez leí: La ignorancia es atrevida.
Pero…
Existen, también, los que culminan cortos períodos de estadía en las cabinas de radio o televisión y que al final, terminan de canal en canal, tanto así que solo les faltaría los canales de regadío, llámense «Mariangola», «Viejo Imperial», «Nuevo Imperial», «Pachacamilla», etc.
Bien, hay de los que en sus espacios (y eso es ya decir, bastante), tienen una enorme cantidad de avisos publicitarios, por los cuales -con toda la libertad, que les ofrece el mundo- “cobran desde 30 soles mensuales”. Bueno, en fin, más de uno diría que es su problema. Sin embargo, eso es una patada a la dignidad de quien valore su programa. ¿Será por eso que no les toman en cuenta, en las conferencias, ruedas o actividades a las que se invita a la prensa?.
Por supuesto, que en esta lista, hay de los que recorren una vez por semana o de pronto cada quince días, los municipios en busca de un atribulado alcalde, que no quiere pelearse con el periodismo y, sucumbe ante la sonrisa media coquetona de alguna damisela o al son de una broma de mal gusto o pesada de algún reportero de media tinta, que la pega, grabadora o cámara en mano de analista político o “decidor” de buenas nuevas y con esa picardía acobardada lanza el mensajito de “Ya pue´, alcalde dígase algo” y zás, mete su recibo Increíble, pero cierto. ¡Vaya, afrenta!
Y, que de aquellos que se creen los Mario Poggi, que dicen estrangular a la oposición de cierta autoridad o, levantar la imagen de personas cuyo recorrido está plagado de irregularidades y azuzar a quienes se creen “los salvadores de todo”, Sí, también existen en esta selva de cemento, en que cada cierto tiempo aparecen tigrillos y tigrillas cual Mascaly´s (perdonen el término) para soterrar tumbas y ubicar a personajes desfasados, que son dignos de morir en lo alto (Cierto, en lo más alto, en la horca) como si fuesen los prototipos de una lucha sin cuartel, contra todo, por el simple hecho de no comulgar con el ejercicio democrático. Para ellos y, ellas, Chávez es un líder sin igual, Correa es lo máximo y Evo, un presidente digno de imitar.
Sigamos con nuestra prensa. También hay de los que no ejercen periodismo pero ocupan lugares de privilegio en gremios que agrupan a miembros de determinado círculo o asociación. De eso, hay vaaaaaaarios ejemplos. Y, todavía se dan el lujo de realizar eventos de premiación. Vaya al diablo, el perrito y la calandria.
Es menester indicar que en medio de esa vorágine de situaciones en que se ve envuelta la provincia, con hechos que son caldo de cultivo para los que “hacen periodismo”, asistimos alguna vez a ese triste espectáculo de aprovecharse de la situación de quienes por razones de aspecto legal o pérdida material o humana, necesitaron de una voz que los aliente o de un medio que les haga eco y, ahí, precisamente ahí, más de uno de convirtió en buitre, sin escarnio, sin vergüenzas, en reptiles ponzoñosos buscando que ganarse soles más o soles menos, de quien – no obstante sus propias necesidades de momento- buscaba ayuda. De esos hay varios.
Así estamos. Así, y encima, hay algunos que tuvieron su cuarto de hora y creen que porque fueron locutores y dicen llamarse “disyeys” (discjockeys) creen que tienen la puerta abierta para improvisar programas periodísticos en los que redunda el abucheo consabido, los tibios aplausos a quien no se lo merece y fungen de comentaristas, analistas y amplios conocedores de los temas que tratan.
Últimamente, me he permitido escuchar algunos de los tantos noticiarios que existen en la radio y televisión cañetana y vaya que, al igual que los oyentes, televidentes y lectores, me he sobrecogido al escuchar – no en todos, por supuesto- el desconocimiento total de la materia que tratan, la ignorancia respecto de los temas y, más aún, siendo repetitivos, abusan de barbarismos y otras tropelías que sufre nuestro idioma, como si se tuviera el derecho para decir lo que se venga en gana sin importar que un medio de comunicación tiene que contribuir a la cultura y enfocar hacia la comunidad su aporte en beneficio de la sociedad.
¡Que mal! Hay gente que ni siquiera terminó la secundaria y empuña un micrófono y se da el lujo de poner calificativos a cuanta autoridad no le parezca bien, ya lo dice el conocido dicho: “ve la paja en el ojo ajeno, más no la viga que tiene en el suyo”. Y, eso es pan de todos los días (con perdón del sagrado alimento diario). Y, que decir de los que sucumben fácilmente en el irrefrenable deseo de abultar la billetera, merced al chantaje y la coima. “Tengo este videíto, tengo esta grabación” y valiéndose del noble oficio, realizan prevendas, hacen soterrados cálculos y sonrisita en labios, bajan a las alcantarillas, para desde ahí cometer sus fechorías.
No en vano, la gente se quema las pestañas. No en vano, se asiste a las especializaciones. No en vano, la primera escuela de la vida es el hogar. No en vano, se tiene maestros nobles y se sigue su ejemplo. No en vano, se lleva con decencia un membrete que te acompaña adonde vayas: dignidad.
De seguro, alguien habrá de respirar por la herida. Alguien volverá a destilar su veneno, cuando por ahí lea o escucha estas líneas y, entonces solo entonces, entenderemos que solo se compra lo que se vende, aún ello sea iniquidad o permiso para vociferar, para levantar la voz, para gritar en defensa de la maldad, la injusticia y la corrupción. Mientras tanto, el presagio de un buen día para los que busquen la verdad, sea solo eso: una esperanza. En fin, es lo último que se pierde.(Por Perca)
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