miércoles, 16 de febrero de 2011

SUPUESTAMENTE DE LA MANO CON LOS SÁNCHEZ PAREDES

CON LA MANO EN LA COCA.
POR CÉSAR LÉVANO
Alan García ha reconocido por fin su vinculación con los Sánchez Paredes, comprometidos en el lavado de activos del narcotráfico. Se trata de un escándalo mayor, que empieza a descorrer el velo de antigua asociación del presidente con el clan narco. El episodio de los cinco mil dólares entregados para la campaña aprista de 2006 ha hecho recordar hazañas como la venta por García de una camioneta Nissan a una empresa de los Sánchez Paredes.
El mandatario ha reaccionado de mala manera frente a la denuncia. Infortunada ha sido su frase, respecto del hijo de Orlando Sánchez Paredes: “Si ha dado cinco mil dólares es un narco de pacotilla”. Hace suponer que él hubiera preferido un narco de mayor categoría, que hubiese aportado una suma mayor. Puesto que la plata viene sola.
Paradójicamente, el afán de vincular a Alejandro Toledo con los narcos ha terminado por exponer un contubernio del régimen con los traficantes de droga: las relaciones de Luis Nava Guibert, Secretario de Palacio, y su hijo José Antonio Nava Mendiola con el clan.
En años anteriores, la empresa de transporte “Don Reyna”, de propiedad de José Antonio, realizó trabajos para una empresa minera del clan. No se sabe qué tipo de cargamento conducían los vehículos de “Don Reyna”. Pero no se puede omitir que los envíos de insumos químicos son uno de los puntos fuertes en la elaboración de Drogas ilícitas, y uno de los puntos débiles de la política antiDrogas en un régimen bajo el cual ese tráfico siniestro crece sin pausas.
Se sabe que la empresa Comunicore, la de los misteriosos 36 millones de soles pagados por el entonces alcalde de Lima Luis Castañeda, funcionaba en el mismo local que “Don Reyna”.
García ha hecho devolver los cinco mil dólares. Pero en esto no hay borrón y cuenta nueva. Algo más, el reconocimiento del turbio aporte obliga a profundizar en las cuentas de la campaña electoral. Huele mal que esa contribución no fuera registrada en la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE). ¿Quién se la metió al bolsillo?
El hecho de que el narcotráfico florezca en el Valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE) y en el Alto Huallaga, con el apoyo armado de remanentes senderistas, suscita, por otra parte, sospechas no sólo sobre complicidad oficial con el narcotráfico, sino también sobre la torpe estrategia del combate a la violencia asesina de los “José” y los “Artemio”.
Con todo lo turbio que es, el caso de los cinco mil dólares es apenas un indicio. El régimen aprista, que se ha consagrado ya como corrupto, aparte de vendepatria, sabe que está condenado por la opinión pública. García celebró por adelantado en Palacio una publicación que se ha venido estrepitosamente abajo, pero sabe que cuando abandone el poder tendrá que responder por éste y otros crímenes

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