martes, 17 de abril de 2012

DÉFICIT DE SANGRE EN LA CARA
Por: César Lévano
Alan García no pierde la costumbre de engañar. Ahora “reclama” una renovación total de la dirigencia aprista, como si él no fuera el miembro principal de esa dirigencia y el gran culpable de la corrupción que ha colocado al APRA en la sala de cuidados intensivos de la historia.
En verdad, García se ha sentido presionado por un diálogo que se produjo en enero con 20 dirigentes regionales y de la capital, que le exigieron la convocación obligatoria, estatutaria, a un plenario nacional y al Congreso Nacional del partido. Se sabe que la dirigencia, que García encabeza, quiere evitar el plenario con el fin de maniobrar para mantenerse en la cúpula.
El cinismo del expresidente no tiene freno ni pudor. Dice en carta dirigida a los apristas: “Un partido que no convoca e integra o que se cierra en cada lugar alrededor de diez o veinte personas a veces en conflicto no tiene futuro en el nuevo Perú y del empresariado popular, no atrae a los ciudadanos que comienzan a verlo como un instrumento de apetitos.”
¿Comienzan? Hace rato que el APRA es vista como un aparato hecho para satisfacer el hambre insaciable de poder y de dinero que padece su cúpula.
Precisa García en su epístola: “El país cree que algunos usaron los cargos del gobierno para su beneficio o proyecto y exige moralidad y eficiencia… Basta que uno o unos pocos pequen para que todo el conjunto sea descalificado.” ¿No se le subió la sangre a la cara cuando estampó esto?
Si fuera sincero y aspirara a ser persuasivo, el expresidente debería explicar por qué él y su socio Enrique Cornejo vendieron a precio de Tacora el aeródromo de Collique, destinado a adiestrar pilotos para la aviación civil (que puede ser vital en emergencias de todo tipo).
También debería el doctor García, aunque sea confidencialmente, indicar cómo se explica que él y su adlátere José Antonio Chang vendieran por 13 millones de dólares el terreno del Ministerio de Educación, valorado en realidad en 63 millones y medio de billetes verdes.
No es casual que García calle sobre esos y otros escandalosos negociados, que dañaron directamente a la juventud y el empresariado popular. Sabe él que hablar de honestidad en una carta a los apristas sería mencionar la soga en la Casa del Pueblo; perdón, en la casa de los ahorcables.
Ninguna carta olvidadiza borrará de la memoria de los ciudadanos la frase con que García alentó para la contienda presidencial a Jaime Bayly: “la plata viene sola”.
Don Francisco de Quevedo y Villegas escribió, allá por 1644, en su imperecedera Vida de Marco Bruto: “Aquel hombre que pierde la honra por el negocio pierde la honra y el negocio.” Dijo también: “Pocas veces deja de defenderse el que roba, con lo propio que roba. Siempre los delincuentes fueron alegría y hacienda de los malos jueces.”

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