MI GRAN CULPA
Últimamente hay complot para no dejarme en paz. Para que me retuerza de rabia. Para que mis sentimientos de culpa terminen por destruirme. Últimamente todos están empeñados en recordarme todo aquello que hice mal. En restregarme en el rostro que la cagué. Yo – como nuestro excelentísimo presidente – respondo para mis adentros, que hemos cometido errores… y seguiremos cometiendo errores. Soy humano, pues.
Pero, en respuesta a todos aquellos gurús de parada y maestros espirituales de pollada, decidí - sin mucho reflexionar - poner en este artículo todo, absolutamente todo aquello que los escandaliza y de lo que no jamás me arrepentiré. Lean bien: sus consejos no me importan mucho, hay muchas; pero muchas cosas que causé y de las cuales no me siento la más mínima culpa.
No me arrepiento de haberla mandado a la mierda. Que me haya respondido con una sonora cachetada. De no volver a tenerla en mi cama. De no volver a tenerla nunca. No me arrepiento, ni me arrepentiré de haber chapado con su mejor amiga. De seguir viéndola de vez en cuándo. De seguir planeando a sus espaldas muchas travesuras. De seguir siendo el mismo de hace diez años.
No me arrepiento de haber aceptado salir a bailar salsa. De no saber bailarla. De haber terminado esa noche, no solamente bailando. De haber caído en la tentación de varias cervezas. De mucha comida y de mucha pasión. Lo están leyendo, no me arrepiento. Es más lo volvería a hacer. Créanme.
No me arrepiento de mostrar públicamente como soy. Que hago y que haré. Que tan bueno, o malo puedo llegar a ser. No me arrepiento de haber renunciado a decenas de trabajos. Que de otras tantas, me hayan botado. De no ganar tanto como muchos. De no ganar tan poco como otros, no me causa ningún malestar saberlo, sentirlo, sufrirlo, disfrutarlo. Me llega.
No me arrepiento de no dar limosna en misa. De no cederle el asiento a una vieja en el bus. De no dejar propina en el restaurant. De haberme ido sin pagar la cuenta. De haberle pegado a un tarado que – so pretexto de “estoy borracho” – se computaba súperman. De escribir este artículo, que seguramente les llega al rechopin. De computarme lo máximo. De que me crean lo peor. No me arrepiento de tener fama de pendejo. O de idiota. Da lo mismo.
No me arrepiento de no llevar regalos a los cumpleaños. De comer todo lo que pueda en ellos. De querer levantarme (casi siempre) a la prima de quien lo celebra. De querer que partan la torta y pedir el pedazo que me corresponde. No me arrepentiré ni aún después de muerto de haber dicho la verdad. De haberme ganado pleitos ajenos y broncas innecesarias. De creerme defensor de los indefensos. De querer, a veces, ser la novia de todas las bodas y el muerto de todos los velorios.
No me arrepiento por aguarle, casi siempre, la fiesta a los patriotas. De haber llamado “camarada” a un rojo enano mental cañetano. De haberle dicho eterno perdedor a Segundo Díaz. De haber ido al cumpleaños de Gustavo Calderón. Por haberle mirado, en esa fiesta, el trasero a Moza Arata. Sorry, pero está en algo.
Abran sus orejotas. No siento ningún remordimiento por haber denunciado a Carlos Humberto Dulanto Valdivieso, candidato a la alcaldía distrital de Chancay por el PADIN. De haber recomendado que Mufarech postule en el África. Por haberle dicho su verdad al viejecito verde de Pablo “Bono 6000” Nalda. Ojala no lo reelijan. No me siento mal, ni me sentiré así, por cantarle sus perlitas a la gente de Patria Roja, perdón Patria Joven. Guárdense sus consejos, no los escucho. Pienso seguir diciendo la verdad aunque eso me siga trayendo problemas. Seguiré aullando aunque sea por joder. No le daré el gusto a los llorones que exigen objetividad y buen trato.
No voy a golpearme tres veces el pecho. Aquí, en pan con camote, seguiremos chambeando del lado de la verdad. Finalmente debo confesar que no me arrepiento por haber rechazado jugosos suelditos hasta de tres candidatos, solo por tenerme de su lado. Yo estoy de lado de la verdad, y nadie mierda me dice que debo escribir. He dicho.(Ysmael Tasayco Periodista.)
Últimamente hay complot para no dejarme en paz. Para que me retuerza de rabia. Para que mis sentimientos de culpa terminen por destruirme. Últimamente todos están empeñados en recordarme todo aquello que hice mal. En restregarme en el rostro que la cagué. Yo – como nuestro excelentísimo presidente – respondo para mis adentros, que hemos cometido errores… y seguiremos cometiendo errores. Soy humano, pues.
Pero, en respuesta a todos aquellos gurús de parada y maestros espirituales de pollada, decidí - sin mucho reflexionar - poner en este artículo todo, absolutamente todo aquello que los escandaliza y de lo que no jamás me arrepentiré. Lean bien: sus consejos no me importan mucho, hay muchas; pero muchas cosas que causé y de las cuales no me siento la más mínima culpa.
No me arrepiento de haberla mandado a la mierda. Que me haya respondido con una sonora cachetada. De no volver a tenerla en mi cama. De no volver a tenerla nunca. No me arrepiento, ni me arrepentiré de haber chapado con su mejor amiga. De seguir viéndola de vez en cuándo. De seguir planeando a sus espaldas muchas travesuras. De seguir siendo el mismo de hace diez años.
No me arrepiento de haber aceptado salir a bailar salsa. De no saber bailarla. De haber terminado esa noche, no solamente bailando. De haber caído en la tentación de varias cervezas. De mucha comida y de mucha pasión. Lo están leyendo, no me arrepiento. Es más lo volvería a hacer. Créanme.
No me arrepiento de mostrar públicamente como soy. Que hago y que haré. Que tan bueno, o malo puedo llegar a ser. No me arrepiento de haber renunciado a decenas de trabajos. Que de otras tantas, me hayan botado. De no ganar tanto como muchos. De no ganar tan poco como otros, no me causa ningún malestar saberlo, sentirlo, sufrirlo, disfrutarlo. Me llega.
No me arrepiento de no dar limosna en misa. De no cederle el asiento a una vieja en el bus. De no dejar propina en el restaurant. De haberme ido sin pagar la cuenta. De haberle pegado a un tarado que – so pretexto de “estoy borracho” – se computaba súperman. De escribir este artículo, que seguramente les llega al rechopin. De computarme lo máximo. De que me crean lo peor. No me arrepiento de tener fama de pendejo. O de idiota. Da lo mismo.
No me arrepiento de no llevar regalos a los cumpleaños. De comer todo lo que pueda en ellos. De querer levantarme (casi siempre) a la prima de quien lo celebra. De querer que partan la torta y pedir el pedazo que me corresponde. No me arrepentiré ni aún después de muerto de haber dicho la verdad. De haberme ganado pleitos ajenos y broncas innecesarias. De creerme defensor de los indefensos. De querer, a veces, ser la novia de todas las bodas y el muerto de todos los velorios.
No me arrepiento por aguarle, casi siempre, la fiesta a los patriotas. De haber llamado “camarada” a un rojo enano mental cañetano. De haberle dicho eterno perdedor a Segundo Díaz. De haber ido al cumpleaños de Gustavo Calderón. Por haberle mirado, en esa fiesta, el trasero a Moza Arata. Sorry, pero está en algo.
Abran sus orejotas. No siento ningún remordimiento por haber denunciado a Carlos Humberto Dulanto Valdivieso, candidato a la alcaldía distrital de Chancay por el PADIN. De haber recomendado que Mufarech postule en el África. Por haberle dicho su verdad al viejecito verde de Pablo “Bono 6000” Nalda. Ojala no lo reelijan. No me siento mal, ni me sentiré así, por cantarle sus perlitas a la gente de Patria Roja, perdón Patria Joven. Guárdense sus consejos, no los escucho. Pienso seguir diciendo la verdad aunque eso me siga trayendo problemas. Seguiré aullando aunque sea por joder. No le daré el gusto a los llorones que exigen objetividad y buen trato.
No voy a golpearme tres veces el pecho. Aquí, en pan con camote, seguiremos chambeando del lado de la verdad. Finalmente debo confesar que no me arrepiento por haber rechazado jugosos suelditos hasta de tres candidatos, solo por tenerme de su lado. Yo estoy de lado de la verdad, y nadie mierda me dice que debo escribir. He dicho.(Ysmael Tasayco Periodista.)
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