ETTUSA A LA VANGUARDIA DE LA MODERNIDAD, ADQUIERE 7 NUEVAS UNIDADES AL SERVICIO DE CAÑETE
Una historia de fe y compromiso
Hacia 1,979, un grupo de integrantes de los comités de transportes Lima-Cañete decidieron formar una cooperativa, es decir, una organización que les permita unir sus esfuerzos no solo en la tarea de adquirir vehículos (ómnibuses) para el traslado de pasajeros, giros y encomiendas a Lima y viceversa, sino que bien administrada se constituya en un ejemplo de unión y se fortalezca hasta convertirse –con el paso del tiempo- en una institución sólida y de prestigio.
Primero, como es obvio, se compró un solo carro. No obstante el pequeño logro por entonces, no faltaron aquellos que se retiraron y no creyeron en esta posibilidad. Sin embargo, el tiempo que es el mejor juez de las cosas, le fue dando la razón a los que creyeron en ese sueño.
Poco a poco. Se fueron adquiriendo más unidades, hasta llegar a un total de veinte. La gente, a pesar de saber que había otras empresas, los prefería por el profesionalismo, la responsabilidad y el buen trato. Cada uno de estos aspectos fueron haciendo de clientes, socios y amigos una gran familia. Así fue. Esta iba nutriéndose cada día más.
Inicialmente, la calle La Mar en Imperial fue el escenario en donde hijos se despedían de sus padres o eran recibidos por éstos, al pie de los buses. Era ya común ver como determinado día de la semana, los comerciantes viajaban a comprar sus mercaderías y volvían con los paquetes de noche. Las encomiendas llegaban sin problemas y a veces una que otra confusión se generaba por la cantidad de éstas, más ello no era obstáculo que no se pueda solucionar. Todo siempre se desarrollaba con normalidad. La cooperativa fue creciendo. Adquirieron un terreno en la avenida 28 de Julio en San Vicente, la misma que fue convertida en su taller (ahí donde hasta hace pocos años atrás, se podía apreciar a don Evaristo Manero y a don Ladislao Armas Gil) y también en su propio terminal. La oficina en San Vicente se ubicó en la calle Santa Rosalía. Desde las cinco de la mañana, ya estaban abiertas sus puertas para el embarque, la seguridad estaba garantizada.
Pero no todo lo que ocurre es bueno, siempre hay algo que falla y ocurrió que cuando adquirieron nuevas unidades «cummins», algunas de éstas les salieron mal y le generó críticas, entonces decidieron devolverlas y así lo hicieron basados en una cláusula de garantía en el contrato de compra-venta. Posteriormente, solo adquirían vehículos de marca «Volvo».
La modalidad empresarial se hacía necesaria. Vino el cambio. La cooperativa se convirtió en empresa y nace así: Empresa de Transportes Transportistas Unidos Sociedad Anónima o simplemente ETTUSA. Ello ocurrió en el año 1992.
La marcha de la buena empresa requería de una buena administración, aquella que se hace vital para el desarrollo de las mismas y ésta felizmente seguía en buenas manos. Siempre había el deseo de seguir apostando por darle un buen y mejor servicio a los cañetanos.
De pronto, algo sucedió. La competencia llegó. Ya no sólo era Expreso Internacional Ormeño, que siguiendo su ruta, tenía su agencia ubicada en la misma carretera Panamericana Sur, sino que también otras como San Martín (pisqueña) comenzaron a traer gente desde Lima y llevándola desde acá. Llegaron otras, Soyuz establecía como parte de su ruta el recoger pasajeros cañetanos y así la empresa de los Hermanos Flores (con sede en Arequipa) también hacía lo mismo. Mientras tanto y ante propios y extraños algo irrumpió el normal desenvolvimiento de ETTUSA.
La crítica llegaba por diversos lados. Los buses se paraban o demoraban demasiado en llegar. Una etapa de desabastecimiento y una situación de precariedad, mostraba una pésima administración. Con ello, el prestigio ya no era el mismo. Los problemas se agudizaron. El irrespeto a las normas estatutarias también se dio en este período. No obstante ello, un grupo de socios, que habían luchado por elevar el nombre de la empresa, dio la batalla. La siguieron poco a poco. Lucharon. Logran retomarla en junio de hace algunos años (2008) y así comienza una nueva etapa.
El reto.
Si fue todo un reto, pero impusieron la unidad. Ese grupo de socios antepuso el respeto irrestricto a las normas internas de la Institución y comenzó a reflotarla. Los criterios no eran personales ni menos parcializados, eran por consenso. Jamás existió algún interés personal que manche el trabajo iniciado. Así don EdulioAudante Padilla acompañado de otros accionistas inicia desde la Presidencia del Directorio, trabajan incansablemente por devolverle el lugar que siempre ostentó. Junto a él, Juan Yupán Vicente como Vicepresidente y don Enrique Lévano Salas como Gerente General, enfrentan decididamente el desafío. Para ello cuentan con una buena asesoría. Por ese entonces mientras que el Ministerio de Transportes, suspendía a algunas empresas que no cumplían con las normas, ETTUSA recibía una buena calificación. EL objetivo inicial se había cumplido. Faltaba más. Había que ir ordenando la casa. Poco a poco se fue mejorando el tema de las concesiones, los convenios con entidades, el servicio que provenía de otros lugares ajenos a San Vicente e Imperial. Así como, mejorar el tema de encomiendas y buscar que corregir deficiencias propias de la atención en los buses.
Se iban logrando los propósitos. Hubo selección de personal. Los trabajadores viendo como trabajaban los nuevos dirigentes, pusieron mayor empeño y dedicación. Hasta que llegó la feliz noticia: la adquisición del nuevo local propio en la calle Ayacucho (donde se encuentra actualmente) y lograr que la empresa este “saneada”. Eso fue un incentivo general. Se comenzó una nueva etapa: la consolidación de ETTUSA, pues con todo lo logrado, ya era una empresa «elegible y sujeta de crédito». Las entidades financieras, los proveedores de servicios, veían en esta compañía una sociedad confiable. Se había recuperado la confianza y la credibilidad.
Treinta años después del nacimiento de una organización hecha por cañetanos, llegaría el reconocimiento de su pueblo: el Concejo Municipal de Imperial, la declara: PATRIMONIO DE IMPERIAL, en virtud a mantenerse por dicho espacio, prestigiando al distrito y a la provincia.
En Agosto, dos unidades se bendijeron y se presentaron iniciando el reflotamiento.
En efecto. Gracias a ese impulso natural del que están nutridos, aquellos que se sobreponen a las circunstancias y fijan un camino lleno de optimismo y esperanza, el Directorio de ETTUSA que hoy preside don Juan Yupán, golpeó el tablero y marcó un jaque: presentó ante autoridades, socios y clientes dos modernas unidades, las mismas que ya se pusieron en funcionamiento para beneplácito de quienes usan de este especial servicio. Para este acto, llegaron como invitados, los alcaldes de Cañete, José Antonio Espinoza Peña, el de Quilmaná, Celestino Yactayo Villalobos y el de Imperial, Richard Yactayo Durán. Brindis de por medio, la satisfacción de los clientes se notaba y así seguía reestructurándose la institución.
Siete modernas naves, doble eje, llegaron a Cañete.
Un día de esos que marcan historia se vivió el último miércoles 22 de diciembre, al promediar las once treinta de la mañana, la plaza de Armas de San Vicente, se vio alegre al recibir a cuatro de los siete nuevos buses modelo 0-500-RSD de fabricación del 2010, que llegaron a la provincia. Montados en ellos, sus dirigentes emocionados agradecían el aplauso de los cañetanos que se regocijaban con esta llegada. Hoy, jueves 23 otras 3 unidades ya llegaron a su destino final: el terminal de ETTUSA. Así el pueblo imperialino ve como esta empresa nacida al calor de su seno integrada por hijos de esta hermosa tierra del Sur: Cañete, va «in crescendo» y eso es una muestra de empuje y tesón.
Sus 68 trabajadores (que de a poco tendrán que incrementarse por la llegada de las nuevas unidades) y sus 65 socios, de los cuales 40 son hábiles están más que complacidos y felices. Razón no les falta. Una mejor alternativa de viaje, nuevos horarios y un estupendo servicio marcan el derrotero que esta empresa «orgullo cañetano», pone al servicio de todo. Motivo de emoción para los que amamos nuestra tierra y nuestra gente. (Por Percy Castañeda)
Una historia de fe y compromiso
Hacia 1,979, un grupo de integrantes de los comités de transportes Lima-Cañete decidieron formar una cooperativa, es decir, una organización que les permita unir sus esfuerzos no solo en la tarea de adquirir vehículos (ómnibuses) para el traslado de pasajeros, giros y encomiendas a Lima y viceversa, sino que bien administrada se constituya en un ejemplo de unión y se fortalezca hasta convertirse –con el paso del tiempo- en una institución sólida y de prestigio.
Primero, como es obvio, se compró un solo carro. No obstante el pequeño logro por entonces, no faltaron aquellos que se retiraron y no creyeron en esta posibilidad. Sin embargo, el tiempo que es el mejor juez de las cosas, le fue dando la razón a los que creyeron en ese sueño.
Poco a poco. Se fueron adquiriendo más unidades, hasta llegar a un total de veinte. La gente, a pesar de saber que había otras empresas, los prefería por el profesionalismo, la responsabilidad y el buen trato. Cada uno de estos aspectos fueron haciendo de clientes, socios y amigos una gran familia. Así fue. Esta iba nutriéndose cada día más.
Inicialmente, la calle La Mar en Imperial fue el escenario en donde hijos se despedían de sus padres o eran recibidos por éstos, al pie de los buses. Era ya común ver como determinado día de la semana, los comerciantes viajaban a comprar sus mercaderías y volvían con los paquetes de noche. Las encomiendas llegaban sin problemas y a veces una que otra confusión se generaba por la cantidad de éstas, más ello no era obstáculo que no se pueda solucionar. Todo siempre se desarrollaba con normalidad. La cooperativa fue creciendo. Adquirieron un terreno en la avenida 28 de Julio en San Vicente, la misma que fue convertida en su taller (ahí donde hasta hace pocos años atrás, se podía apreciar a don Evaristo Manero y a don Ladislao Armas Gil) y también en su propio terminal. La oficina en San Vicente se ubicó en la calle Santa Rosalía. Desde las cinco de la mañana, ya estaban abiertas sus puertas para el embarque, la seguridad estaba garantizada.
Pero no todo lo que ocurre es bueno, siempre hay algo que falla y ocurrió que cuando adquirieron nuevas unidades «cummins», algunas de éstas les salieron mal y le generó críticas, entonces decidieron devolverlas y así lo hicieron basados en una cláusula de garantía en el contrato de compra-venta. Posteriormente, solo adquirían vehículos de marca «Volvo».
La modalidad empresarial se hacía necesaria. Vino el cambio. La cooperativa se convirtió en empresa y nace así: Empresa de Transportes Transportistas Unidos Sociedad Anónima o simplemente ETTUSA. Ello ocurrió en el año 1992.
La marcha de la buena empresa requería de una buena administración, aquella que se hace vital para el desarrollo de las mismas y ésta felizmente seguía en buenas manos. Siempre había el deseo de seguir apostando por darle un buen y mejor servicio a los cañetanos.
De pronto, algo sucedió. La competencia llegó. Ya no sólo era Expreso Internacional Ormeño, que siguiendo su ruta, tenía su agencia ubicada en la misma carretera Panamericana Sur, sino que también otras como San Martín (pisqueña) comenzaron a traer gente desde Lima y llevándola desde acá. Llegaron otras, Soyuz establecía como parte de su ruta el recoger pasajeros cañetanos y así la empresa de los Hermanos Flores (con sede en Arequipa) también hacía lo mismo. Mientras tanto y ante propios y extraños algo irrumpió el normal desenvolvimiento de ETTUSA.
La crítica llegaba por diversos lados. Los buses se paraban o demoraban demasiado en llegar. Una etapa de desabastecimiento y una situación de precariedad, mostraba una pésima administración. Con ello, el prestigio ya no era el mismo. Los problemas se agudizaron. El irrespeto a las normas estatutarias también se dio en este período. No obstante ello, un grupo de socios, que habían luchado por elevar el nombre de la empresa, dio la batalla. La siguieron poco a poco. Lucharon. Logran retomarla en junio de hace algunos años (2008) y así comienza una nueva etapa.
El reto.
Si fue todo un reto, pero impusieron la unidad. Ese grupo de socios antepuso el respeto irrestricto a las normas internas de la Institución y comenzó a reflotarla. Los criterios no eran personales ni menos parcializados, eran por consenso. Jamás existió algún interés personal que manche el trabajo iniciado. Así don EdulioAudante Padilla acompañado de otros accionistas inicia desde la Presidencia del Directorio, trabajan incansablemente por devolverle el lugar que siempre ostentó. Junto a él, Juan Yupán Vicente como Vicepresidente y don Enrique Lévano Salas como Gerente General, enfrentan decididamente el desafío. Para ello cuentan con una buena asesoría. Por ese entonces mientras que el Ministerio de Transportes, suspendía a algunas empresas que no cumplían con las normas, ETTUSA recibía una buena calificación. EL objetivo inicial se había cumplido. Faltaba más. Había que ir ordenando la casa. Poco a poco se fue mejorando el tema de las concesiones, los convenios con entidades, el servicio que provenía de otros lugares ajenos a San Vicente e Imperial. Así como, mejorar el tema de encomiendas y buscar que corregir deficiencias propias de la atención en los buses.
Se iban logrando los propósitos. Hubo selección de personal. Los trabajadores viendo como trabajaban los nuevos dirigentes, pusieron mayor empeño y dedicación. Hasta que llegó la feliz noticia: la adquisición del nuevo local propio en la calle Ayacucho (donde se encuentra actualmente) y lograr que la empresa este “saneada”. Eso fue un incentivo general. Se comenzó una nueva etapa: la consolidación de ETTUSA, pues con todo lo logrado, ya era una empresa «elegible y sujeta de crédito». Las entidades financieras, los proveedores de servicios, veían en esta compañía una sociedad confiable. Se había recuperado la confianza y la credibilidad.
Treinta años después del nacimiento de una organización hecha por cañetanos, llegaría el reconocimiento de su pueblo: el Concejo Municipal de Imperial, la declara: PATRIMONIO DE IMPERIAL, en virtud a mantenerse por dicho espacio, prestigiando al distrito y a la provincia.
En Agosto, dos unidades se bendijeron y se presentaron iniciando el reflotamiento.
En efecto. Gracias a ese impulso natural del que están nutridos, aquellos que se sobreponen a las circunstancias y fijan un camino lleno de optimismo y esperanza, el Directorio de ETTUSA que hoy preside don Juan Yupán, golpeó el tablero y marcó un jaque: presentó ante autoridades, socios y clientes dos modernas unidades, las mismas que ya se pusieron en funcionamiento para beneplácito de quienes usan de este especial servicio. Para este acto, llegaron como invitados, los alcaldes de Cañete, José Antonio Espinoza Peña, el de Quilmaná, Celestino Yactayo Villalobos y el de Imperial, Richard Yactayo Durán. Brindis de por medio, la satisfacción de los clientes se notaba y así seguía reestructurándose la institución.
Siete modernas naves, doble eje, llegaron a Cañete.
Un día de esos que marcan historia se vivió el último miércoles 22 de diciembre, al promediar las once treinta de la mañana, la plaza de Armas de San Vicente, se vio alegre al recibir a cuatro de los siete nuevos buses modelo 0-500-RSD de fabricación del 2010, que llegaron a la provincia. Montados en ellos, sus dirigentes emocionados agradecían el aplauso de los cañetanos que se regocijaban con esta llegada. Hoy, jueves 23 otras 3 unidades ya llegaron a su destino final: el terminal de ETTUSA. Así el pueblo imperialino ve como esta empresa nacida al calor de su seno integrada por hijos de esta hermosa tierra del Sur: Cañete, va «in crescendo» y eso es una muestra de empuje y tesón.
Sus 68 trabajadores (que de a poco tendrán que incrementarse por la llegada de las nuevas unidades) y sus 65 socios, de los cuales 40 son hábiles están más que complacidos y felices. Razón no les falta. Una mejor alternativa de viaje, nuevos horarios y un estupendo servicio marcan el derrotero que esta empresa «orgullo cañetano», pone al servicio de todo. Motivo de emoción para los que amamos nuestra tierra y nuestra gente. (Por Percy Castañeda)
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