MENSAJE DE LA ANP EN
EL DÍA DEL PERIODISTA
La fecha es oportuna
para hacer una pausa en la tarea diaria de acopiar información, interpretar y
opinar sobre los hechos de interés público. Es, que duda cabe, una oportunidad
no para glorificar sobre las grandezas de un trabajo eminentemente de servicio
ciudadano, sino más bien para preguntarnos ¿cuál es el rol del periodista en la
sociedad desde una perspectiva ética y social?
Como gremio que
ha demostrado capacidad de propuesta en procura de un periodismo cada vez más
respetable por la nobleza de su obra comunicacional diaria, este es el momento
de ratificar que dicho rol debe cumplirse en consonancia con los anhelos de una
ciudadanía, aun rezagada, que quiere abrir canales de representatividad en el
procesamiento de demandas y en las instancias decisorias. Y eso es factible
divulgando, con apego a la verdad, la presión social por democratizar realmente
el sistema político y los vínculos con que el Estado asigna recursos a la
sociedad, movilizando el veto activo de amplios contingentes de la sociedad
civil para contener la corrupción, el clientelismo o la burocratización en las
cúpulas con poder de decisión. Solamente así, transmitiendo éticamente lo que
es cierto, el periodista puede contribuir al logro de un sustrato político
adecuado al desarrollo con equidad.
Es evidente que
el Perú está escribiendo una nueva historia y que nosotros los periodistas
somos los portadores del mensaje de una nueva época. Esto en un siglo donde la
información y el conocimiento se globalizan y, en consecuencia, la ciudadanía mayoritaria
demanda nuevas políticas sociales y económicas, con un nuevo sentido común
democrático que permita construir un Estado real de Ciudadanía.
La tarea, ya lo
sabemos, por lo ocurrido con los periodistas que han ofrendado sus vidas, con
quienes han sufrido prisión, agresiones físicas y persecuciones, con quienes
afrontan querellas abusivas que pretenden amordazarlos, con quienes han sido
despojados de su derecho al trabajo, no es facil. Pero por encima de esas
vicisitudes, es menester tener el alma fuerte para no faltar al deber de la
crítica ni aceptar, por asomo, la pretensión de alquilones que tratan de
prostituir el sentido social de la palabra. Así como no se debe caer en la
improbidad ni en la mala fe, tampoco hay que caer en esa repudiable prensa
venal, cobarde y cortesana.
En Tarapoto
recientemente y en anteriores congresos nacionales, de plena hermandad gremial
se debatió al respecto. El mandato, en consecuencia está dado y en plena
actualidad, en circunstancias en que los actores sociales afrontan una brecha
entre expectativas y logros y cuando la expansión del consumo es muy marcado en
las clases medias y cuando a eso, se suma una expectativa de ascenso
intergeneracional, en medio de una situación contradictoria y conflictiva, por
la incorporación de una herencia cultural de carácter individualista, donde la
población se vuelca más al consumo que a la producción. Todo ello inducido por
medios que más que hacer del periodismo un servicio social, están
interesados en la inversión con fines estrictamente rentables.
Por esas y otra
razones de transcendencia para la dignidad de la persona humana, de la
convivencia armoniosa y con justicia para todos, en este Día del Periodista,
estamos en el deber de fortalecer la fuerza inteligente de la razón, tomar
distancia de las malas pasiones y perseverar en la divulgación del
mensaje libre de ataduras políticas o económicas para derrotar a la mordaza de
oro.
Saludamos en
este día singular a los y las periodistas de todo el territorio nacional, sin
discriminaciones ni marginaciones. A los miles de compañeras y compañeros de
profesión el abrazo fraterno más cálido, no sin antes hacerles recordar que
nuestro trabajo de informar con la verdad, es el alimento espiritual que
demanda el alma colectiva de nuestro pueblo. Honremos el honor de ser
periodistas y el orgullo de ser peruanos.
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