LA
VIDA EN LA ISLA GUANERA EN EL DISTRITO DE
ASÍA – CAÑETE.
Dicen que la vida se inicia en el mar. Y es a la altura
del kilómetro 98 de la Panamericana Sur, donde existe una asombrosa isla rica
en vida silvestre. Un paraíso que se sostiene frágil ante el avance de las urbanizaciones
de playas, y que pescadores artesanales de Asia y biólogos marinos se proponen
sacarle provecho, pero respetando el equilibrio que debe existir entre
preservación de la naturaleza y ecoturismo sostenible.
Desde la caleta de Bujama Baja, toma unos 45 minutos en
bote para llegar a la isla que se alza a 123 metros sobre el nivel del mar y a
dos kilómetros de los balnearios de Asia.
En otros tiempos, por muchas razones el hombre asiano le
rendía tributos a la isla. Así, el cronista Cristóbal de Albornoz escribió que
“la isla de Asia fue un lugar sagrado hasta la llegada de los españoles”. El
historiador Saturnino Ruiz en su ensayo Tradiciones Maleñas, dice que en la
isla “se adoraba al dios Akat”. Julio C. Tello, en 1925, al visitar la isla
reportó “un templo Inca con ofrenda de mujeres decapitadas y abundante alfarería
ceremonial”. La leyenda oral habla de una campana encantada en los acantilados
de la isla. Hasta hace poco los agricultores del valle se iban en balsa de
totora en busca de guano para fertilizar sus tierras. En el 2008 se cosecharon
siete mil toneladas del mejor abono natural de esta única isla en todo el
litoral de Cañete.
Se trata de una isla que se mantuvo intacta durante
siglos. Hace cuatro años viajamos con el biólogo Uriel de la Torre Ríos,
especialista en conservación de fauna silvestre de Proabonos, en ese entonces
había contabilizado 9,800 piqueros, 7,300 guanayes, 3,800 pelícanos, 500
pingüinos de Humboldt, 8,500 zarcillos, 15,000 gaviotas. Hoy se estima que aquí
viven más de 100 mil aves guaneras de los 4 millones que existen en todas las
islas del litoral peruano.
Los prodigios de sus 71 hectáreas se complementan con lagartijas, arañas, cangrejos, caracoles, estrellas, chanques, pulpos, lobos chuscos y en ocasiones se avistan delfines. De acuerdo con los estudios del biólogo marino Aaron Conti, señala que “la isla es el hogar de miles de peces, y es en las peñas donde los peces desovan, ahí se origina la cadena alimenticia, ahí están nuestros vecinos a los que también debemos respetar como gustaría que nos respeten”.
Los prodigios de sus 71 hectáreas se complementan con lagartijas, arañas, cangrejos, caracoles, estrellas, chanques, pulpos, lobos chuscos y en ocasiones se avistan delfines. De acuerdo con los estudios del biólogo marino Aaron Conti, señala que “la isla es el hogar de miles de peces, y es en las peñas donde los peces desovan, ahí se origina la cadena alimenticia, ahí están nuestros vecinos a los que también debemos respetar como gustaría que nos respeten”.
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