LOS
CARNAVALES: UNA FIESTA QUE SE RESISTE A DESAPARECER
Los carnavales llegaron al Perú
con los españoles. Esta fiesta pagana duraba tres días: domingo, lunes y martes
(los dos últimos eran feriados). En este tiempo el desenfreno era bienvenido,
ya que a partir del miércoles empezaba la Cuaresma.
A diferencia de los carnavales europeos, en nuestro país
adoptaron un carácter popular. Durante las mañanas hasta la hora de almuerzo,
familias enteras jugaban con chisguetes de agua perfumada y talco. “Era dable
ver grupos de animosos muchachos portando pañuelos con globos y sosteniendo
batallas con las personas que se hallaban en los balcones de sus casas”, Por la noche se realizaba el corso en
el Paseo Colón y la Plaza de Armas. Los brillantes carros alegóricos llevaban a
las reinas de los clubes de La Victoria, La Punta, Callao, San Miguel y
Magdalena, entre otros. A su paso, cientos de mujeres muy bien vestidas y
caballeros con saco y corbata echaban flores, serpentina y agua perfumada. Los
bailarines folclóricos daban la nota musical. La velada finalizaba con las
fiestas de disfraces en los clubes distritales.
En los años 30, la mata chola, una bolsa de tela rellena
con talco, era usada para golpear a los oponentes sin piedad. Algunos les
colocaban piedras. Esta práctica hizo que los carnavales se tornaran peligrosos
y fueran prohibidos. Con el paso de los años, los carros alegóricos pasaron al
olvido. Los chisguetes de plomo marca Roger & Gallet fueron cambiados por
baldes de agua; el talco y la harina por betún y barro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario